viernes, 25 de abril de 2008

Desperate housewives

Me agota de antemano imaginar que viviré siempre en búsqueda. Trato de convencerme y pienso que siempre es mejor que estar detenida. Pero igual me cansa. Voy a intentar llegar a horario a mi trabajo, pertenecer a ámbitos sociales, no perder la pasión en mi pareja, enseñar a mis hijos con el ejemplo, perdonar constantemente a mis padres, creo que ya son demasiadas actividades. Freud dijo que la vida es: amor y trabajo. Me imagino llegando de una larga y exitosa jornada de trabajo a mi casa. Mi marido me espera en un sofá, ayudando a mis hijos con sus tareas. Huelo comida casera en el living. Me descalzo y observo la pulcritud del piso. Todos nos reímos. Corrección: Freud no hablo de amar y trabajar, sino de la inhibición para lograrlo en la neurosis. Mi escena se ve alterada. Ahora luzco grandes ojeras, la ropa con olor a smog. Mi casa un desorden, mi marido en un sofá me pide la cena. Mis hijos pelean, me exigen atención. Yo me quito los zapatos, respiro profundamente y extrañamente sonrío. Le digo al hombre que amo que pensemos juntos que cocinar, y al oído lo invito a subir a la habitacion. Abrazo a mis hijos y les pido me cuenten su día. Guardo mi portafolio con los casos hasta el otro día. Me siento plena. Bueno disculpen, soy adicta a los finales felices.

martes, 15 de abril de 2008

Todo miedo esconde un deseo

Es una noche lluviosa de amor con tu partenaire. Él sabe como decirte lo que más te gusta. Sus besos te hacen cosquillas, reís pero de placer. Sabe donde tocarte. Te invita a otro lugar, aceptás porque estaba en tus planes desde el primer momento que elegiste que ropa interior usarías. Luego del acto sexual (satisfactorio o no), esperás sus caricias. Lo primero, la necesidad. Lo segundo, la demanda al objeto (es decir al otro). ¿Y el deseo? No es la necesidad, porque ésta logra satisfacción en ese objeto buscado. No es la demanda, porque ésta le exige amor al objeto. El deseo esta en la diferencia entre ambas. No se satisface, se reproduce constantemente. Es deseo de ser deseado por ese Otro. Ser su objeto de amor. Se busca reproducir esas primeras sensaciones placenteras de la infancia que quedaron como huellas mnémicas en el inconsciente. A esta altura el chico se pidió un taxi.

viernes, 11 de abril de 2008

Lo digo o no lo digo...

En los primeros años de la carrera aprendí que un acto fallido en psicología es deseo inconsciente que busca salir a la luz entre la palabras sin pedir permiso. A veces no podía evitar “interpretar” el discurso de la gente (seguramente de forma errónea). Cuando esa mujer en el supermercado quiso pedir cambio en monedas y dijo: “Un beso...digo un peso por favor” pensé que quizás estaría muy sola. O sería viuda. Quizás su último beso en la boca junta polvo en los recuerdos. Ni hablar de algunos políticos. Hay un caso de una mujer que en análisis no podía decir que a los 6 años había visto a su madre teniendo sexo con su padre. Ella repetía una y otra vez, que soñaba con comadrejas que la atacaban. El analista descubrió el mensaje oculto. ComadreJa = Madre Coja. O madre que coge. Yo pensé que quizás su madre era renga. Alguna vez me paso en sesión, mi analista muy rápidamente lo uso a su favor. Perdón, a mi favor. Porque es verdad que el análisis es útil para mi psicóloga. Digo, para mi psiquis. Mejor lo hablo en terapia, me estoy olvidando el objetivo real. Revisaré los honorarios. Perdón, los horarios…


jueves, 10 de abril de 2008

Entre las palabras y lo no dicho

Ciertos términos de las teorías para designar conductas humanas me disparan hechos cotidianos que se sumergen entre palabras difíciles. Cada momento adolescente vivido con intensidad irracional aparecen sin aviso entre páginas frías de autores muertos. Reacciones que creía únicas e irrepetibles, son mecanismos que surgen de una sana neurosis que habla de un aparato psíquico bien constituido. (Y agradecé que no es psicosis) Es decir que cada vez que creí morir de dolor por aquél que me había abandonado, era una perdida de objeto (y agradecé que no fue duelo patológico). Cada pelea a muerte con mi madre donde el odio se mezclaba con una terrible tristeza, respondía a un intento desesperado y necesario de maduración (Y agradecé que hiciste una salida exogámica exitosa). Descubrí que se necesita ser amado, pero también se necesita ser frustrado en la constitución de la personalidad. ¿Y cuando tenías 5 años y querías casarte con tu padre? Complejo de Edipo. ¿Y cuando en quinto grado te entusiasmaba ir a la escuela y aprenderlo todo? Etapa de sexualidad infantil latente, Super Yo controlando los impulsos del ello. ¿Y cuando abandonaste tu casa a los 16 años? Acting out, el adolescente lleva a lo concreto sus deseos de separación. Sigo mi vida, como Freud nos definió arqueólogos de la mente, husmeando mis horizontes internos. Indefinidos. A veces mas visibles, otras cubiertos de velos que me impiden ver la verdad. ¿Qué verdad? La mía. (Y agradecé que al menos la sigas buscando)