miércoles, 21 de mayo de 2008

Gajes del oficio

Siempre nos dicen que si nuestro deseo es ser psicoanalistas, no queda otra que “saber de todo”. Algo así como rasgo no excluyente. Es curioso que tengamos que leer el banquete de Platón, pero no por su retórica impresionante o el discurso de Sócrates sobre el amor, sino para conocer lo pederasta del vinculo entre el adulto mayor que “introducía” al joven e inocente griego en la vicisitudes del amor y del sexo. Todo esto para luego catalogarlo de Edipo negativo, y que al convertirse en adulto su fin es amar a los niños como él mismo fue amado por su madre. En fin. O conocer la tragedia griega, pero para recordar que Edipo representa el incesto y el parricidio, deseo irreconciliable en los primeros años del niño/a hacia sus padres por lo que debe reprimirlos y sepultarlos en su inconsciente. Para que luego haga su retorno como síntoma en la vida adulta del sujeto. También es interesante conocer de los grandes artistas, también grandes sublimadores de pulsiones para el psicoanálisis. Saber que el Guernica surgió de una profunda angustia muy bien sublimada por Picasso al ver el bombardeo sobre esta ciudad durante la guerra civil española. Saber que Freud analizo algunos dichos y obras de Leonardo Da Vinci, y luego afirmo una posible homosexualidad de dicho artista. Me quedo con la Virgen de las Rocas para ser sincera.

Hasta tapicería hay que saber. Porque Lacan nos introduce en la analogía del punto Capitoné ó almohadillado. A ver como se los explico… ¿Conocen esos sillones con muchos botones cosidos en su respaldo? Bueno el método seria, que se entrecruzan muchos hilos, y que luego se tira del mismo y quedan todos los botones hundidos y acomodados simétricamente. La última puntada anuda todas las anteriores. Analogía: cada puntada es un significante para el sujeto. El analista tira del hilo y todos estos significantes del discurso se ordenan, cobran sentido con una última palabra que resignifica las anteriores. Espero haberlo explicado bien. Por las dudas arranco corte y confección.




martes, 6 de mayo de 2008

Un sábado cualquiera empecé con clases de percusión. Me sentí libre, se debe mantener lo que se llama mantra musical, una cadencia que acompaña el cuerpo. Una experiencia increíble entre agudos y graves. Al lunes siguiente mi querida profesora dice: “La música es el lenguaje mas primitivo del hombre”. Hasta ahí íbamos bien, pensé que entendía el porqué de esa vibración en el cuerpo al tocar esos tambores en grupo cual rito tribal; era parte de la filogenia. Pero después agregó: “Por ejemplo, el ritmo de los tambores seria análogo al sonido que escuchamos in útero de los latidos del corazón de la madre”. No sé si soy yo, pero creo que para cualquier estudiante de psicología (o no) en cuanto aparece la madre en escena se arruina la fiesta. Me quejé pensando que estas teorías osan meterse en todo. Pero prefiero quedarme con la idea de que el sonido me acompañó desde siempre. Y que tengo facilidad para mantener un ritmo. Las primeras nociones de ritmo y repeticion están presentes en el amamantamiento. Incluso están presentes antes de que el bebé nazca. En tal caso tuve una madre "suficientemente buena", diría Winnicott. Y en vez de ver a una mujer entrometida vi una mujer dedicada. Dedicada a acompañarme, dedicada a cuidarme, dedicada a alimentarme, dedicada…a veces por demás dedicada. Incluso dedicada a sacarme de quicio, dedicada a hacerme enojar hasta la medula, a meterse donde no la llaman. Curiosa relación existe entre una madre y su hija. El amor que se transforma tan fácilmente en odio, en apenas minutos. La gratitud en reproche y viceversa. Las ganas de tenerla cerca y lejos como el zoom de una cámara. A un click de distancia. La facilidad con la que llenamos sus silencios y sus palabras con reclamos hacia nosotras. Y cómo nos cuesta entender sus decisiones que nos parecen erróneas. Despues de años de enojos adolescentes aceptamos la que nos tocó en suerte, la vemos de mujer a mujer y pensamos que hizo lo mejor que pudo. O lo que le salió. Las mas afortunadas hasta se llenaran de agradecimientos. Y otras preferiremos quedarnos con la mejor parte.

Como únicos seres que necesitamos de otro ser hasta dar nuestros primeros pasos en este mundo, bastante quejosos somos de nuestro destino. Y como la vida lleva algunas veces a ocupar ese lugar que abrazamos y escupimos, notaremos que no era tarea fácil. Creemos que cumpliremos un mejor papel.
Cursando una materia, entendí la importancia de los primeros años. Aprendí que ahí se constituye la grilla de la personalidad para toda la vida de un individuo. Cada acto que realices o palabra que le digas serán de enseñanza. Las 24 horas. Para un pequeño ser que algún día quizás se siente en un diván a hablar de tu papel de madre. O quizás solo haga aromaterapia. Pero algo es seguro, no importa lo que pase, en algún momento se enojará con vos. Y mucho. Y esto va a ser necesario para el/ella. Y vos indefectiblemente debes amarlo. Es decir que es un amor que en algún momento dolerá. Igual… ¿que clase de amor seria si no molestara un poquito?