martes, 15 de abril de 2008

Todo miedo esconde un deseo

Es una noche lluviosa de amor con tu partenaire. Él sabe como decirte lo que más te gusta. Sus besos te hacen cosquillas, reís pero de placer. Sabe donde tocarte. Te invita a otro lugar, aceptás porque estaba en tus planes desde el primer momento que elegiste que ropa interior usarías. Luego del acto sexual (satisfactorio o no), esperás sus caricias. Lo primero, la necesidad. Lo segundo, la demanda al objeto (es decir al otro). ¿Y el deseo? No es la necesidad, porque ésta logra satisfacción en ese objeto buscado. No es la demanda, porque ésta le exige amor al objeto. El deseo esta en la diferencia entre ambas. No se satisface, se reproduce constantemente. Es deseo de ser deseado por ese Otro. Ser su objeto de amor. Se busca reproducir esas primeras sensaciones placenteras de la infancia que quedaron como huellas mnémicas en el inconsciente. A esta altura el chico se pidió un taxi.

3 comentarios:

SP dijo...

¡Hola Nan! Bienvenida al mundo blog!

Tina dijo...

Hace mucho que no me pasa pero después de un polvo, es muuuuuy triste para mí que no haya una caricica o un apoyatenemipecho y quedemonosasíunratito.

Aaaaaaaaay!

El Lobo Feroz dijo...

Esta bueno el texto, Tina: Aguantaaaaaaaa queda todo destruído el chango y vos queres caricias, zafa de acá jaja.